El libro propone una teoría del cuidado entre la filosofía y el arte dando cuenta de que el cuidado debe ser una construcción en sí mismo de la sociedad para su extensión hacia el “nosotros” de la misma.
La relación entre estética, patrimonio cultural y cuidado que se trata explícitamente en el presente texto implica un reconocimiento del olvido del cuidado de sí comunitario. El olvido se torna por el beneficio o cuidado individual al que se aspira en el cuidado del otro cuando no existe una plataforma ética de ejercicio constructivo del sí mismo y del nosotros. La construcción de nosotros como práctica comunitaria ha de llevarnos a la comprensión del cuidado como la acción de puesta en poder de nuestra identidad. La construcción ética implica la posibilidad del cuidado paralelamente y responsablemente como obligación propia.
El cristianismo sustituyó la idea de un “yo” que debía ser creado como una obra de arte, por la idea de un yo al que se debía renunciar a través del reconocimiento. Estas técnicas no requieren el mismo aparato material que exige la producción de objetos: se trata, la más de las veces, de técnicas dispositivas, orientadas con técnicas para dirigir la conducta de otros.
Hay una transformación inherente dispuesta a convertir la epimeleia heautou (el cuidado de sí), en epimeleia ton allon (cuidado del otro), que postula el modelo del pastor. Esta transformación implica que desaparece el cuidado clásico del “yo” que pasa a ser integrado y pierde parte de su autonomía. En la antigüedad se trataba de construir el yo de una manera que se preparara de modo ético-estético para el acceso a la verdad como mensaje, cuidado, envío y correspondencia entre el cuidado y la comprensión.